Escrito para Fundación Kabbalah www.kabbalistas.cl
Quizás no todos crean que son libres. Últimamente, escuchamos muchos sobre reglas, normas, decretos, leyes que parecen impuestas, algunas arbitrarias, y que dejan un sabor a “esclavitud” muy potente, sobre todo cuando llegamos al tema de dinero, cobros excesivos, distribución de recursos, etc. Realmente creo que es muy difícil encontrar a alguien que estos temas le sean indiferentes. Si bien – como en todo – podemos tener grandes diferencias de opiniones, hay algo en el ser humano que reacciona al cómo se manejan las cosas en su entorno.
Posiblemente, ya se preguntaron por qué las palabras “esclavitud”, “reacciona” y “entorno” están en negrita. Bueno, para quienes ya están más cercanos a la kabbalah, notarán que son palabras reiteradas cuando queremos describir el 1% , malchut, donde se realiza nuestra experiencia humana.
La esclavitud la entendemos por el apego a todo aquello que creemos necesitar; en otras palabras, cuando la sensación de estabilidad y confort supera a la motivación por cambiar y ser mejor. Estos apegos se manifiestan en miedos que nos hacen ser impulsivos y robóticos ante cualquier situación que nos desestabilice o desafíe; o sea, nos mantienen en constante reactividad sin dejarle paso a la reflexión y a la conexión con el Amor para actuar (restricción). También, entendemos que estas situaciones se dan solamente en nuestro entorno, este mundo concreto y mundano, que esconde todo lo bueno (La Luz) y que para poder ver al Creador necesitamos mucho trabajo espiritual y asimilar que la presencia de Hashem se mostrará en las mismas cosas o personas que en algún momento pueden haber sido molestas; pues es ahí donde se anida la mayor cantidad de Luz.
Todo esto lo explico para llegar a las grandes preguntas: ¿Por qué deseamos ser libres en un contexto en donde NO estamos supuestos a conseguir libertad? ¿Qué esperamos de este concepto? ¿Hacer lo que queramos, reactivamente, sin pensar en el bienestar del otro? ¿Es realmente, la libertad, la posibilidad de desatar nuestras pasiones sin ningún tipo de restricción?
En la última pregunta reside la respuesta ¿Qué somos realmente los seres humanos?
1. ¿Somos acaso seres esclavos de este mundo y de nuestros pensamientos personales y colectivos? 2. ¿O bien somos en esencia nuestra alma en una ilusión caótica, en donde el desafío es justamente aceptar y expandir nuestra luz y eterna bondad?
Si tu alternativa es la número 1, entonces tu respuesta es ver la libertad como algo utópico, casi al nivel de la felicidad, en donde se cree que es momentánea.
Sin embargo, si te resuena más la opción 2 que, aunque con algunos reparos, tu corazón siente que hay verdad en ella, crees o bien prontamente creerás que somos mucho más de lo que vemos. Sentirás lo simple (no fácil) que es ser libre, porque siempre lo hemos sido. Siempre hemos podido elegir cómo responder a nuestro entorno, qué creer de éste, qué rescatar. Para nosotros, la libertad no es cambiar lo que hay afuera; sino cambiar lo que tenemos dentro y la manera de vivir de la mano de Hashem todo el tiempo.
Te invito a reflexionar en esta idea y ayudarte meditando el nombre de Di-s 60: LIBERTAD.
Con cariño,
Maestra Natalia Carretier.