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Foto del escritorNatalia Carretier

Cada día con más frecuencia vemos cómo los símbolos sagrados de diferentes culturas como la budista, la musulmana y también la Kabbalista empiezan a tomar más espacio en los hogares. Por una parte, es bueno porque quiere decir que el ser humano se está acercando cada vez más a la fe y se abre más día a día a la espiritualidad. Sin embargo, de alguna u otra manera, cada vez que algo se empieza a usar con mucha frecuencia poco a poco comienza a perder su sentido e importancia, porque la mayoría de las veces las personas nos quedamos con el conocimiento superficial que recogemos de comentarios anexos sobre los símbolos y los utilizamos sin tener realmente idea sobre su real significado y la implicancia que éste tiene en nuestras vidas.

Uno de los símbolos más famosos actualmente es la “Mano de Fátima” o como los kabbalistas conocemos “La Hamsa”. Este símbolo se caracteriza por tener una mano apuntando hacia arriba o hacia abajo, en donde en vez de tener un meñique, se repite el pulgar, y en el centro podemos observar generalmente un ojo. De acuerdo a las diferentes historias que se conocen, la Hamsa pueden venir desde la cultura musulmana y llegar así a la cultura judía sefaradí. Si bien el origen no es del todo claro, todas las culturas que usan este símbolo concuerdan en su significado y éste es que la mano representa la protección divina y el ojo representa dos cosas: el ojo del Creador que está consciente de nuestro existir y cómo está en el centro de la mano es también una protección contra el mal de ojo, contra aquellos que pueden mirarnos con envidia o con malas intenciones. En consecuencia, este símbolo es el adecuado para protegerse en estas ocasiones y en diferentes escenarios.

En relación a lo anterior, en la Hamsa kabbalista podemos encontrar ejemplares no sólo con el ojo; sino también con bendiciones, palabras hebreas, nombres de Dios, letras específicas para así intensificar el poder que lleva consigo. A su vez, esto también nos permite direccionar su protección, por ejemplo, podemos encontrar Hamsas con protección para el hogar, para el trabajo, protección para el viaje, etcétera. Aun así, aunque estemos en conocimiento del poder de este símbolo, es importante que cuando lo utilicemos, ya sea en alguna parte de nuestro hogar o lo llevemos con nosotros, estemos también acompañados de una inmensa fe en el Creador. Todo objeto es vacío y carece de total sentido sin la energía divina que el ser humano puede traspasar a las cosas. Con voluntad y certeza en la bondad absoluta de Di-s para con sus hijos, uno puede dar significado, brindar un espacio, establecer un vínculo (o sea, dar vida) a lo que sea que llegue a nuestras manos.

Si quieres adquirir una Hamsa traída desde Israel, puedes entrar a https://kabbalistas.cl/v2/wp-content/uploads/2021/05/CATALOGO-MAYO_2021.pdf

Cualquier otro sitio también sirve, recuerda que es tu Fe la que más importa.


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Foto del escritorNatalia Carretier

Escrito para Fundación Kabbalah www.kabbalistas.cl






Hace no tantos años, me encontraba a mí misma pensando: “Si tengo una familia tan hermosa, probablemente no estoy supuesta a tener abundancia económica”. Obviamente, las creencias como: “Uno no puede tenerlo todo” o “mala suerte en el amor, buena suerte en el dinero”, “nada es perfecto” entre tantas otras, habían afectado profundamente mi inconsciente.

Obviamente, tras llegar a la kabbalah, mi vida se dio vuelta hacia algo mucho mejor. Sin embargo, es imposible no sorprenderse de cómo nuestra vida es afectada por lo que creemos y sentimos. No es chiste. No es una exageración. De alguna u otra manera, lo que pensamos y sentimos moldea nuestra fe, y por lo tanto, nuestra relación con el Creador.

La kabbalah nos presenta un Creador infinitamente bondadoso, que no conoce el aspecto castigador, no conoce el aspecto inquisidor, ni mucho menos el aspecto iracundo que muchas veces también nos inculcan socialmente. Cuando eres kabbalista, la pregunta particular que nos hacemos cuando sentimos que nos falta algo no es “¿Por qué Dios no me manda esto?” porque sabemos que sólo con pedirlo el Creador ya nos lo concedió. La pregunta correcta es “¿Por qué todavía no soy capaz de recibirlo?” porque entendemos que es nuestro trabajo espiritual lo que construye un canal limpio y potente con lo divino y que mientras más nos esforcemos por estar cerca del Creador, más a mano tenemos sus bendiciones.

No tenemos que elegir en qué área de tu vida puedes ser abundante. Es más, ¡no tenemos que pensar siquiera algo así! La idea es entender y sentir que todo es nuestro, que el amor por Hashem toda diferentes formas en nuestro planeta y que nuestra única preocupación es elegirlo a Él. Amén.

Si quieres meditar e impregnarte de esta idea, utiliza en nombre de Di-s número 22: Bendiciones en todas las áreas de la vida.


Con cariño

Natalia Carretier


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Foto del escritorNatalia Carretier

Escrito para Fundación Kabbalistas www.kabbalistas.cl

Estamos en el mes de Elul (virgo), un mes hermoso, como todos, pero especialmente importante porque nos llama a “pagar nuestras deudas” de manera figurativa y literal. En otras palabras, la idea es cerrar ciclos, terminar las tareas pendientes, perdonar y agradecer emociones que dan constantemente vuelta en nuestro corazón y mente. Limpiar y deshacernos de todo aquello que conscientemente o no, hemos puesto sobre nuestros hombros y nos ha hecho la vida más dura. Es una maravillosa instancia de hacer teshuvá y reencontrarnos con nuestro Creador.

Hashem está cerca y esta oportunidad debería llamarnos a pensar en cómo podemos encontrarnos con Él de una manera más concreta. ¿Qué mensaje o evento calificarías como una real aparición de Hashem?

Los kabbalistas sabemos que todo viene de Hashem y la constante reflexión de esta afirmación hace nutrir nuestra emunah y acercarnos cada vez más a nuestro Padre. Pero, en este mes, ¿podríamos llegar a algo más concreto como, por ejemplo, verlo? Si cada uno de nosotros se acerca a la Luz, y los seres humanos nos reflejamos unos a otros, ¿será posible que ahora, con más fervor que nunca, podamos ver a Hashem en nuestro prójimo?

Si este es nuestro real deseo, la ayuda del nombre de Di-s 48 “Unidad”, puede mostrarnos el camino a la tolerancia, la compasión y el amor por el otro. Esta energía divina nos llama a conectar con la esencia de “todo viene de Hashem”, entendiendo que incluso lo que nos parece mal, incorrecto, ese compañero malintencionado, la vecina envidiosa, la manera en que el otro cría a sus hijos, etc. todo eso es para nosotros y parte de nosotros, una parte que debemos transformar tratando al otro con dulzura, delicadeza y dignidad.

Hashem nos llama a ser UNO y nos demuestra día a día la grandeza que hay tras la elevación de consciencia de diversos grupos que buscamos volver al Creador. Sin ir más lejos, 20 años atrás no estaríamos redactando esta reflexión, porque probablemente no muchos tendrían interés en leerla. Hoy sí. Como le digo a mis alumnos: Somos equipo.

¡Qué Hashem nos tome a todos de las manos y nos haga hacer una ronda, una en donde al mirarnos las caras, lo veamos a Él, en su infinito amor y misericordia. Amén ve Amén!


Con cariño,

M. Natalia Carretier


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